James Cameron, uno de los directores más exitosos de Hollywood, tiene una pasión por la exploración de las profundidades marinas, una conexión que se refleja en dos de sus películas más famosas: Avatar y Titanic. Aunque Cameron no ha comentado públicamente sobre la reciente búsqueda del submarino OceanGate que exploraba los restos del Titanic, él mismo ha realizado 33 inmersiones en el lugar.
En una entrevista con Playboy en 2009, Cameron reveló que su motivación para hacer la película Titanic no fue la historia de amor, sino su deseo de bucear entre los restos del naufragio. “Hice Titanic porque quería bucear entre los restos del naufragio, no porque quisiera hacer la película”, dijo. Consideraba al Titanic como el “Everest de los naufragios” y estaba decidido a explorarlo en persona. Al enterarse de que otros habían buceado en el Titanic para hacer una película IMAX, decidió hacer su propia película de Hollywood para financiar su expedición y lograr lo mismo.
Para Cameron, la exploración marina y el cine están estrechamente relacionados en su propósito de contar historias. En una entrevista con NPR en 2012, afirmó que el trabajo del explorador es sumergirse en los límites más remotos de la experiencia humana y luego regresar para compartir esas historias con el mundo.
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Aunque creció lejos del océano en Ontario, Canadá, Cameron desarrolló una fascinación por el mar desde joven. Recuerda con asombro los especiales del famoso explorador marino Jacques Cousteau y, cuando visitó el Museo Real de Ontario, quedó impresionado por una exposición de un hábitat submarino diseñado por Joe MacInnis. Este encuentro despertó su interés y lo impulsó a escribirle una carta a MacInnis cuando tenía solo 14 años. Para su sorpresa, recibió una respuesta y obtuvo la dirección de contacto del fabricante de plexiglás, lo que le permitió obtener una muestra del material. Este evento marcó un punto de inflexión para Cameron, ya que le mostró que lo imposible podía volverse posible.
Desde el rodaje de Titanic, Cameron ha realizado numerosas inmersiones en aguas profundas. En 2012, se sumergió en la fosa de las Marianas, una de las zonas más profundas de los océanos de la Tierra, a casi 11 kilómetros bajo la superficie. Utilizando su propia nave sumergible, el Deepsea Challenger, diseñada especialmente para esta expedición, documentó su travesía por el Pacífico occidental con cámaras.
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En un ensayo y un video de National Geographic, relató la experiencia que empezó con una bajada al amanecer. “Me lancé como un rayo, lo más rápido que jamás había visto. La superficie simplemente desapareció”, dijo en el video. “Se esfumó. Estaba mirando el indicador de profundidad y estaba a 300 metros en los primeros minutos. Luego 600, luego 900. El submarino volaba como un murciélago”. Enseguida, dijo, superó la profundidad del Titanic. Cuando llegó a los 8 kilómetros, que era lo más profundo que Cameron había buceado nunca, todavía le faltaban 2,7 kilómetros para tocar el fondo del océano.
Cameron pasó aproximadamente tres horas en el fondo del océano, recogiendo muestras y filmando el paisaje antes de emprender el ascenso.