Sentado en su silla de ruedas y con dos cajas de pizza frente a él, Charlie comienza a devorar cada una de las rebanadas mientras en su rostro sólo se ve la agonía y desesperación. En el siguiente plano se mira al hombre con obesidad desplazándose en su silla de ruedas para sacar de los cajones más comida y comerla sin que las combinaciones importen incluso si los sabores son contrarios como es el caso del pan para sándwich, papas de hojuela y mermelada. Así se vio una de las escenas más comentadas de “La Ballena”, la exitosa película de Darren Aronofsky que ha desatado la crítica por mostrar atracones de comida como estos.
Esta semana se cumple un mes del estreno en México de película que sigue dando mucho de qué hablar y a la que la crítica no deja libre con temas tan variados como es el regreso de Brendan Fraser a la pantalla grande, o bien, de si se trata o no de un filme que promueve la gordobofia en lugar de criticarla; sin embargo, las mismas opiniones han dejado de lado otros aspectos que se ven reflejados en “Charlie”, algunos de los más importantes y significativos son la ansiedad, depresión y los atracones de comida que han desatado la polémica entre los espectadores.
Por supuesto, al tratarse de temas tan delicados y que requieren de un análisis más profundo, El Heraldo Digital conversó con la psicóloga Lucero Peña, mejor conocida en redes sociales como “Pesos Emocionales”, y que además de su experiencia como profesional de la salud, destaca por una trayectoria que visibiliza los problemas relacionados al sobrepeso y a la obesidad, además de dejar de estigmatizar a las personas que, por diversos factores, tienen corporalidades grandes.
Durante su conversación con este medio, la experta reafirmó su postura de que “La Ballena” no es una película gordofóbica, sino todo lo contrario al mostrarnos personajes -tanto el que vive la obesidad, como los que lo rodean- libres de estigmas de peso, sin descuidar la parte emocional. Pues tal y como adelantábamos, a lo largo de las casi dos horas de filme también se muestran escenarios que dejan ver más que atracones de comida, todo lo que hay detrás de este tipo de conductas y que se detonan por factores como la angustia, preocupación, ansiedad e incluso depresión de Charlie.
“La película está hecha para que tú la interpretes de acuerdo a tu perspectiva, por eso está pensada como un formato de teatro y no vemos más escenarios que no sean el departamento de Charlie”, dijo Lucero Peña antes de iniciar a hablar a detalle sobre todo lo que hay detrás de la producción.
Charlie no sufría TCA
Uno de los principales temas que se tocaron en el filme es el de los atracones de comida que sufría Charlie y que para algunos espectadores fue la clara representación de que sólo las personas con obesidad o sobrepeso tienen algún Trastorno de la Conducta Alimenticia (TCA); sin embargo, para la experta hay que ver mucho más allá de esto y dejar de lado los estigmas sociales que encasillan a estos grupos en acciones como estas. En cambio, sugiere entender que siempre hay otros factores que llevan a ellos; en el caso de Charlie, el estrés, la ansiedad y la depresión.
“Algo que toca la película, más que los atracones, es un concepto que se llama ingesta emocional. La psicóloga Pilar Balsa propone el concepto que es la tendencia de comer determinados alimentos de acuerdo a determinadas situaciones emocionales, pero que vamos aprendiendo”, detalla Lucero Peña al afirmar que un atracón de comida no siempre debe de relacionarse con un TCA, como ha ocurrido tras el estreno de esta película.
Estudios recientes han demostrado que la comida sí es un regulador emocional a algunas situaciones, pero bajo ninguna circunstancia deben de confundirse con un TCA, pues en este último caso lo que se detectan “es una serie de sintomatologías de frecuencia, de constancia que hay que tener un cuenta” y que hace un psicólogo o psiquiatra; es por ello que resulta imposible afirmar que el personaje sufre de este problema, incluso si lo vemos presentar dichas conductas.
A pesar de ello, en la narrativa de “La Ballena” se retoma el impacto de ciertos alimentos chatarra y que son de fácil acceso, especialmente en una sociedad como la norteamericana, como es el caso de la pizza que el protagonista pedía y que siempre recibía del mismo repartidor, que más allá de ser una representación del consumo en exceso de alimentos, también era una forma en la que el protagonista tenía contacto con el exterior y de ahí los acercamientos entre estos dos personajes.
“(Estos actos y la ansiedad o depresión) no necesariamente (están relacionados), va a depender del aprendizaje social que tengamos como seres individuales; hay personas que dicen que sí y dicen ‘es ansiedad’, pero cuando tú exploras, puede ser desesperación, frustración alegría, emoción, nerviosismo, pero el punto es que la ingesta emocional es un regulador emocional”.
“Liz”, ¿la mala de la historia?
En las críticas que se han difundido en redes sociales también se han visto comentarios como que Liz, la cuidadora de Charlie, era en parte responsable por ayudar al protagonista a seguir alimentándose con comida chatarra y algo que resalta Lucero Peña es que en el rol de cuidadora también tenía que darle otras formas de supervivencia y sobre ello explica que algo que se le está olvidando a muchos es precisamente todo lo que hizo para el bienestar de su amigo.
“No solamente le facilitaba la comida, sino le facilitaba su medio. Por ejemplo, nadie dice de la silla de ruedas que le lleva justamente para gordos, ella es cuidadora, pero él también tiene acceso a ciertos alimentos. En sí la película nunca se ve que ella sea la que le lleva los alimentos altos en carbohidratos o grasa, esos alimentos ya están ahí; Charlie tenía la facilidad de pedir comida”.
Bajo esta idea, Lucero Peña también descartó y compartió su perspectiva de que la película no es gordofóbica, pues “cuida” muchos aspectos que ayudan a que ni Charlie ni el resto de los personajes caigan en estigmas, sesgo y discriminación de peso, aspectos que en otras ocasiones la experta nos ha compartido a detalle y que ayudan a entender por qué la gordobobia se ha radicalizado hasta llevarla al punto de verla en espacios donde no se hace presente. Uno de los mejores ejemplos es precisamente “La Ballena”, donde se cuidó esta parte hasta en detalles pequeños que pasaron inadvertidos para muchos espectadores.
“No es una película gordofóbica”, señala antes de ejemplificar que hay escenas en las que se muestra que Charlie no se termina sus alimentos (como es el caso del sándwich que le prepara su hija), un aspecto que de haberse ignorado en la producción “se puede asociar con esto de que los gordos siempre se terminan su comida”; por el contrario, lo que lograron fue desestigmatizar a este tipo de corporalidades.
Por otro lado, detalla que otra perspectiva que iría en contra de esta falsa idea de que es cuando Luz le lleva una silla de ruedas especial para él, “si hubiera sido una situación gordofóbica, la silla ni siquiera hubiera tenido esas dimensiones”. Asimismo, recuerda cómo el departamento de Charlie estaba adecuado a sus necesidades desde la habitación, la bañera y demás objetos o incluso que nadie (a excepción de la hija) hizo comentarios sobre el cuerpo o apariencia del personaje.
“Estamos cayendo en un discurso muy radical de que todo es gordofobia y entonces eso no nos permite… por eso yo insisto mucho en que lo que se tiene que analizar es el sesgo de peso, el estigma y la discriminación de peso, para saber cómo están funcionando en nuestros estímulos. La película está hecha para que tú vivas el estigma de peso que vive Charlie”, concluyó.