La Habana. Millones de cubanos amanecieron ayer domingo sin electricidad en sus hogares luego de otro fallo parcial de la red durante la noche del sábado, lo que profundizó la crisis energética que ha dejado con preocupación para restablecer el servicio público.
Sin dinero en efectivo, con sus alimentos a punto de echarse a perder y cargando agua con baldes, la preocupación de los habaneros se dispara en el tercer día de un apagón casi total: “¿Qué va a pasar en Cuba?”, se pregunta Adismary Cuza.
Cuza, una trabajadora privada de 56 años, está desesperada. Su hija de 21 años tiene una enfermedad crónica y los medicamentos que necesita deben ser conservados en heladera.
“Ya mi frío (refrigerador) tiene tres días de descongelado y temo que se me eche a perder todo”, explica la mujer, de camino a su trabajo en La Habana Vieja.
Si esto sucedió, “¿qué va a pasar con mi niña que tiene una insuficiencia renal crónica”, agrega compungida.
“¿Qué va a pasar en este país”, se pregunta desesperada y cuestiona cómo es que las autoridades cubanas no pudieron anticipar esta situación?
Desde el viernes, Cuba, que vive hace meses una aguda crisis energética, enfrenta un apagón general, debido a una avería en la principal central termoeléctrica, que provocó la caída de la red.
El país quedó sin luz a partir de las 11 de la mañana del viernes, tras la salida imprevista de operaciones de la central termoeléctrica Antonio Guiteras, la principal de la isla, ubicada en Matanzas (occidente).
Desde el mismo viernes las autoridades intentan sin éxito restablecer el sistema.
Aumento de tensiones
Periodistas de Reuters presenciaron dos pequeñas protestas durante la noche: una en las afueras de la capital en Marianao y la otra en el más céntrico Cuatro Caminos.
El albañil Serguei Castillo, de 68 años, está tan preocupado como Cuza. Salió de su casa a comprar unos cigarrillos al menudeo porque se quedó sin efectivo, pues los bancos, al igual que lo mercados, están cerrados desde el viernes y los cajeros automáticos tampoco funcionan.
“Esto está malísimo, aquí no hay vida, este país no da más”, comenta Castillo, que se retiró hace tres años con una pensión de 4,500 pesos (37.5 dólares), que no le “alcanzan para nada”.
Enfadado, asegura que “hace dos días vive a base de croquetas, pizzas y otras mierdas (comida chatarra)”.