Las autoridades de El Salvador informaron sobre la desarticulación de un plan para colocar explosivos en diversos puntos del país, coincidiendo con la toma de posesión del presidente Nayib Bukele.
La Policía Nacional Civil (PNC) del país detalló que el complot involucraba a excombatientes de la guerra civil de 1980-1992, insinuando la participación de antiguos guerrilleros de izquierda. En sus redes sociales, la PNC compartió imágenes de cilindros explosivos con mechas y sacos de nitrato de amonio, confiscados durante las redadas. Los objetivos del complot incluían gasolineras, supermercados y edificios gubernamentales.
Una de las redadas se llevó a cabo en Guazapa, un antiguo bastión rebelde cercano a San Salvador, donde se incautaron algunos de los explosivos. La policía responsabilizó del complot a un grupo denominado “Brigada de Insurrección Salvadoreña”. Entre los detenidos se encuentra el excongresista José Santos Melara, del partido izquierdista FMLN, acusado de financiar los planes.
Melara, líder de la asociación nacional de Veteranos de Guerra del FMLN, fue arrestado junto a otros siete sospechosos. En respuesta, el Bloque de Resistencia y Rebelión Popular (BPR) emitió un comunicado calificando la detención de Melara como un acto de persecución política y exigiendo su liberación. El grupo no reconoce la legitimidad del presidente Bukele y anuncia una nueva etapa de lucha.
El presidente Bukele, quien ganó un segundo mandato en febrero a pesar de la prohibición constitucional de la reelección, ha sido criticado por la comunidad internacional por sus políticas contra las pandillas y los arrestos masivos, pero ampliamente respaldado por la población. Sus detractores argumentan que algunas de sus acciones ponen en riesgo la democracia del país, restaurada tras la guerra civil.
Bukele también aprobó reformas que reducen el número de escaños en el Congreso, inclinando las próximas elecciones a favor de su partido. Sin embargo, su ofensiva contra las pandillas ha mantenido su popularidad, ya que estas bandas habían ejercido un control brutal sobre muchos vecindarios del país. Además de ganar la reelección, el partido de Bukele obtuvo una supermayoría en el Congreso, permitiéndole gobernar con escasos contrapesos a su poder.