Hasta antes de que se difundieran los dos videos donde aparece desayunando con Celso Ortega Jiménez, el líder de Los Ardillos —el grupo delincuencial que tomó Chilpancingo hace unos días—, la alcaldesa Norma Otilia Hernández Martínez tenía en la mira buscar una senaduría o al menos reelegirse en su cargo. La simpatía ganada a fuerza de organizar fiestas colectivas “para reactivar la economía” le daba para competir por esos cargos. Hoy su futuro, sin embargo, es una moneda al aire.
La historia de Norma Otilia
Norma Otilia (Chilpancingo, 1978) quedó huérfana a los 14 años. Sus padres fueron el poeta y compositor Benito Hernández Dircio, precursor de la primera casa de cultura en Tixtla, y la maestra María Magdalena Martínez Ríos, alumna del jefe guerrillero Lucio Cabañas Barrientos y fundadora, a los 13 años, de la primaria Héroes de Guerrero. Murieron el 9 de junio de 1993. Regresaban de Zumpango del Río cuando se incendió su auto.
Al ser la mayor de los siete hermanos, Norma Otilia tomó las riendas de la familia. Contra todo pronóstico, ganó concursos de declamación y estudió Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Guerrero. Después se casó y fue Bernardo, su suegro, quien trabajaba como chofer del entonces gobernador Ángel Aguirre, el que la acercó con éste. Primero trabajó en la iniciativa privada y luego inició su carrera política en la subsecretaría de Tránsito Municipal.
Leal a Aguirre, Norma Otilia renunció en 2015 al PRD cuando Aguirre tuvo que dejar la gubernatura por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. De ahí pasó a las filas de un partido local, el Partido Humanista, con el que contendió por la presidencia municipal. Ni siquiera ganó los votos para conservar el registro.
Después entró a Morena y formó parte del grupo político del otro poderoso delegado federal Amílcar Sandoval, hermano de la exsecretaria de la Función Pública, Irma Eréndira. En 2018, con esta corriente, Norma Otilia logró ser diputada local.
Como legisladora se alineó con el grupo que lideraba el entonces presidente de la Junta de Coordinación Política, Alfredo Sánchez Esquivel, a quien organizaciones indígenas acusaron de usurpar un cargo a través de la cuota indígena, pues él no es integrante de ningún pueblo originario, no habla ninguna lengua, ni se autodescribe como tal.
Norma Otilia regresó con el grupo de Sandoval para apoyarlo en la disputa de la candidatura por la gubernatura de Guerrero, mientras ella se proyectó como candidata a la alcaldía de Chilpancingo. Félix Salgado Macedonio terminó ganándole a Sandoval y Norma Otilia alineándose con Félix, a quien terminó abandonando y llamando “violador”.
Desmantelado el grupo de Sandoval, Norma Otilia se acercó a un equipo emergente integrado por la alcaldesa de Acapulco, Abelina López Rodríguez, y por el diputado local Sánchez Esquivel. Este grupo es abiertamente simpatizante de Marcelo Ebrard.
La plática con el líder de “Los Ardillos”
Desde que arrancó su gestión, la alcaldesa ha sido caricaturizada y desacreditada por sus adversarios políticos. Le dicen “Norma Pachangas”. El apodo vine de la inclinación de Norma Otilia por realizar fiestas masivas en la plaza pública de Chilpancingo, y por participar, recurrentemente, en las celebraciones patronales de las comunidades y hasta de municipios aledaños. Todo porque esas festividades le generaban simpatía entre los habitantes de colonias populares.
En varios momentos, la alcaldesa ha argumentado en su defensa que actividades como el tradicional Paseo del Pendón, que moviliza a más de 50 mil personas en las principales calles del centro, han reactivado la economía después de la pandemia. Los comerciantes del primer cuadro, sin embargo, han denunciado que los tianguis que se autorizan con periodicidad representan una competencia desleal.
En estas pachangas, Norma Otilia coincidió con otro jefe criminal: Onésimo Marquina Chapa, alias El Necho, presunto líder del grupo conocido como Los Tlacos. Aunque hay un video de la fiesta, nunca se observó una imagen donde la alcaldesa apareciera junto al capo.
Hoy aparece en un restaurante con Celso Ortega, el jefe de Los Ardillos, el mismo que movilizó a cientos de transportistas y habitantes de sus zonas de influencia. Celso, por cierto, parece haberles ordenado a sus pistoleros que, sobre los siete cadáveres que hace días abandonaron en el barrio de San Mateo, dejaran una cartulina con el mensaje a Norma Otilia de parte de “Tu amigo”, quien sigue a la espera de un segundo desayuno.